Luis Antonio Barrera
Recientemente algunos protestantes y personas anticristianas “acusan” a la Iglesia católica de haber cristianizado una fiesta pagana, una tan importante como lo es la Navidad. Esta creencia ha tomado mucha fuerza incluso entre los mismos católicos y es necesario conocer la verdad.
Los que defienden esta postura afirman que la Iglesia tomó como base la festividad del “Nacimiento del Sol Invicto” para celebrar la Navidad. Lo realmente relevante es que la opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús, basándose en cálculos de calendario que nada tenían que ver con los festivales paganos. Por otro lado, lo curioso es que fue más bien al contrario, pues el festival pagano del “Nacimiento del Sol Invicto”, fue instituido por el emperador romano Aureliano el 25 de diciembre de 274. Se trató de un intento de dicho emperador por crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos. Así pues, “los orígenes paganos de la Navidad” son un mito sin fundamento histórico.
El emperador Aureliano, gobernó desde el año 270 hasta su asesinato en 275, era hostil hacia el cristianismo, y está documentado que promocionó el establecimiento del festival del “Nacimiento del Sol Invicto” como método para unificar los diversos cultos paganos del Imperio Romano alrededor de una conmemoración del “renacimiento” anual del sol. Al crear esta nueva festividad, su intención era que el día 25, en el que comenzaba a alargarse la luz del día y a acortarse la oscuridad, fuera un símbolo del esperado “renacimiento” o eterno rejuvenecimiento del Imperio Romano, que debía ser el resultado de la perseverancia en la adoración de los dioses cuya tutela (según creían los romanos) había llevado a Roma a la gloria y a gobernar el mundo entero. Y si podía solaparse con la celebración cristiana, mejor aún.
El hecho de que este desprestigio llegara tan lejos lo podemos atribuir a dos personajes. El primero Jean Hardouin, un erudito y esotérico francés, intentó demostrar que la Iglesia católica había adoptado festivales paganos para fines cristianos sin paganizar el Evangelio. El segundo es Paul Ernst Jablonski, protestante alemán, pretendió demostrar que la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre era una de las muchas “paganizaciones” del cristianismo que la Iglesia del siglo IV había adoptado como una de las muchas “degeneraciones” que habían transformado el original “cristianismo” en el “catolicismo romano”.
¿Cómo llegamos entonces a celebrar la Navidad el 25 de Diciembre?
Desde los dos primeros siglos del cristianismo, la verdadera pregunta que se hacían los cristianos era cuándo había sido el día de la muerte de Cristo. Por la diversidad de los calendarios judíos y romanos, se llegó a la conclusión que Cristo había muerto un 25 de Marzo o un 6 de Abril, en plena Pascua judía, por lo que uno de esos días debían conmemorarse su muere, pero también su nacimiento. Esto es porque existía la creencia muy propagada entre los cristianos venidos del judaísmo de que los grandes profetas judíos habían muerto en la misma fecha en la que habían nacido o habían sido concebidos.
Por lo tanto, o 25 de marzo o 6 de Abril que, 9 meses más, hacen 25 de diciembre o 6 de enero (la Epifanía…; fue esta la razón por la cual, hasta el día de hoy, los armenios y hasta los bizantinos, festejan más ese día que la misma Navidad del 25 de diciembre; porque en un mismo día festejan todo)
Es cierto que la primera prueba de una celebración cristiana en 25 de diciembre como fecha de la Natividad del Señor se encuentra en Roma, algunos años después de Aureliano, en el año 336 d.C. Pero también es cierto que, ya en el año 221, Sexto Julio Africano, escritor cristiano, establecía en sus Chronographiai, que Jesús se encarnó el 25 de marzo (9 meses después, en la Navidad entonces); esto fue medio siglo antes de que en el 274 Aureliano crease su fiesta del Sol invicto.
Por lo tanto, la Navidad (el 25 de diciembre) es una fiesta de origen completamente católico.