En breve, la llamada “estrategia de uniforme neutro” que a partir de esta semana se implementó en las escuelas públicas y privadas de educación básica de la Ciudad de México, comenzará a permear, poco a poco, en todo el país, ya que -nos guste o no-, cuenta plenamente con el aval del gobierno federal.
La maniobra política fue hábilmente tejida y manejada (sino es que hasta impuesta unilateralmente), por la Jefa del Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, durante una sorpresiva ceremonia realizada el pasado lunes en una escuela primaria ubicada en el Centro Histórico de la ciudad.
Para que el evento tuviera mayor validez y resonancia, la gobernante “invitó” al secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, cuya sola presencia envío el incuestionable mensaje a las restantes 31 entidades del país para que preparen el aterrizaje de la polémica medida.
Es importante aclarar que no se trata de una “normatividad” técnicamente expresa, sino de un acto de voluntad propia para quienes decidan mandar a sus hijos a la escuela con falda o pantalón, indistintamente de su género.
La estrategia de uniforme neutro que ya aplica en la capital del país, es pareja para los niveles de preescolar, primaria y secundaria, y se basa en el argumento, según la Jefa de Gobierno, de “refrendar el compromiso por la igualdad y los derechos, así como fomentar su desarrollo en un ambiente de mayor equidad”.
La señora Sheinbaum calificó el anuncio como “algo muy sencillo”, pues prácticamente el uso de falda en las niñas y pantalón en los varoncitos es parte ya de la prehistoria (ella solo dijo historia). Por eso, ahora, “los niños pueden traer falda si quieren y las niñas pueden traer pantalón si quieren; eso es una parte de la equidad, de la igualdad”, puntualizó en su mensaje.
Este “sencillísimo” argumento fue el detonante de un sinfín de reacciones, las menos a favor y las más en contra, pues puso de manifiesto el oscuro camino hacia el ascenso de la controvertida “ideología de género”, un “adoctrinamiento” (guste o no la palabra), enfocado a limitar la injerencia de los padres en la educación y crianza de sus hijos, para encaminarlos, entre otras tantas cosas, en la creencia de que el género -con el que se nace- no es algo natural, sino que se construye culturalmente -al paso de los (primeros) años de vida-, en concordancia a modas, gustos y/o preferencias que se vayan adoptando.
Ha sido tal la resonancia que ha tenido el “uniforme neutro”, que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador fue cuestionado al respecto por la prensa. La ambigüedad de su respuesta y la falta de compromiso a enfrentar las cosas por su nombre, lo ubicaron, una vez más, en la antesala de la ‘no confrontación’, para no encender más el mechero.
“Yo no voy a manifestarme en esta decisión que tomaron en el gobierno de la Ciudad de México porque son temas muy polémicos y quiero ser muy respetuoso en este tema… Quiero respetar a quienes piensan que está bien y quienes piensan que está mal. No voy a pronunciarme sobre este asunto. Hay que analizarlo todavía y hay que recoger la opinión de la gente. No califiquemos todavía. Vamos a esperar, hay que escuchar a la gente, hay que escuchar al pueblo. Se tiene que escuchar a todos en estos temas”, reviró el Ejecutivo Federal.
¿Qué quiso decir sobre el tema? Nada, absolutamente nada para no comprometerse y no comprometer a una de las pocas “morenistas” que gozan de su verdadero cariño y aprecio.
La falta de una respuesta clara y concisa del Primer Mandatario tiene que ver, sin duda, con sus valores familiares y su creencia religiosa, situación que lo ha caracterizado en temas tan quisquillosos y delicados, como ha sido su falta de definición sobre la protección del primer derecho fundamental: la vida.
Sin embargo, e Presidente de la República deja abierta la puerta para que el tema se lleve al diálogo con la sociedad, esto es, al encuentro con el “pueblo bueno”, quien es el que siempre tiene la razón en los temas espinosos.
Lo que ya es evidente, son las voces de rechazo a una medida que no tiene ninguna razón de ser, pues no incide directamente en el supuesto respeto a los derechos de los infantes y adolescentes, en materia de igualdad y equidad. Por el contrario, solo provoca confusión y genera un mundo de suspicacias respecto a lo que podría venir después con esa oleada que se enmarca en la agenda de derechos y libertades.
Habrá que esperar quiénes serán los primeros padres de familia que actúen a favor de la iniciativa, pues es un hecho que el morbo también estará latente por los primeros casos de bullying que florezcan en las aulas al ver a “las y los” compañeros con vestimentas diferentes, pues es claro que la mayoría de la sociedad mexicana carecemos de un auténtico respeto hacia los derechos humanos y los llamados “adquiridos”.
Creo, salvo la mejor opinión de nuestros amables lectores, que nuestras autoridades deben enfocarse en trabajar exhaustivamente para mejorar la calidad de la educación, no solo en la Ciudad de México, sino en todo el país, pues solo con mayor educación (más bien, educación con valor), habrá mayor desarrollo económico, político y social.
Autor: Antonio Gutiérrez Trejo
Loading…